El último halcón
Yoss
En Timshel, 1989.
Al Imperio, que ya era hora. Y también ¿por
qué no? a sus detractores... por si acaso.
La congelada erosión de Urano lamerá con
dientes de hielo el metal y la carne de tu cuerpo. Hundido en ponzoñosos
recuerdopensamientos lamentarás el desagradecimiento de tus interplanetarias
glorias guerreras por parte del añejo Senado Imperial. Con envejecidos ojos
artificiales escrutarás el Cosmos aburrido, recordando los tiempos en que
fuiste implacable emisario de la muerte.
Gloria de halcón senil adormilado en su
carcomida percha, mientras los borrosos recuerdos de las presas giran
intemporales sobre sus plumas senectas.
TIEMPO...
Fuiste, fuiste, fuiste... ya no eres más que
un inmóvil centinela inútil en un puesto perdido del sistema solar. Y tus oídos
radares detectarán allá lejos en la Tierra las voces ofendidas de los que piden
que tú también seas racionalizado, los gritos salvajes de los que rugen tu
anacronismo y ponderan las ventajas de las nuevas estaciones automáticas. Ellos
han olvidado...
TODOS HAN OLVIDADO...
Para ti no tendrá sentido el pasado ni el
presente ni el futuro y todo se confundirá en una amalgama de recuerdos de lo
que no ha pasado y presentimientos del ayer. Eres, eras, serás... Eres aclamado
en tu primer vuelo de combate, el primero de la escuadrilla de los Halcones,
esperanza de la Tierra amenazada por los feroces hurcos. Los vítores de las
masas entusiasmadas de júbilo ante los hombres-nave que las salvarán del
peligro extraterrestre de una raza llegada desde los más lejanos confines del
Universo...
Eres despedido con antidiluvianas salvas de
artillería, el estruendo de la pólvora pronto acallado por la furia
gravitacional de tus minimotores que te llevarán al encuentro del enemigo para
desafiarlo con el poder de tus múltiples armas. Pronto dejas atrás la órbita de
Marte y después... guerra, misterio, aventura y muerte.
Eres soldado fiel, cumplidor estricto de las
órdenes del Senado. Si te ordenan destruir un planeta ocupado por los hurcos...
destruido. Masacrar una inofensiva colonia... masacrada. Tu cuerpo de carne y
de metal convertido en crucero luchador de los espacios. La anatomía humana
complementada, perfeccionada con emisores de partículas, impulsores
gravitacionales, lanzadores de antimateria. Armas para matar y no ser matado,
para pelear por la Tierra y el Imperio.
Eres estimado y agasajado por todos en los
escasos permisos en la Tierra, acogido a pesar de que tus inseparables atavíos
de guerrero del Universo te hacen torpe, destructor, peligroso por tu fuerza
artificial e inútil fuera de la batalla. Aunque lo rompas todo eres un héroe,
como tal eres tratado, porque los Ciborg Halcones son los defensores de la
Tierra.
Peleas con valor y fanatismo contra las
naves hurcas. Dignos contrincantes de tus armas, fuerzas parejas. Los Halcones
son hombres perfeccionados, cuerpos humanos con armas agregadas. Las naves
hurcas son ataúdes combatientes de metal envolviendo un cerebro. Dos caminos
para sembrar la muerte entre los adversarios... Dos formas de matar en los
espacios... una guerra de treinta años y al final la paz golpeante y
sorpresiva. El Imperio y los hurcos han pactado. Entonces...
YA NO SE NECESITAN SOLDADOS. YA NO HACEN
FALTA HALCONES.
Claro, al principio otra vez vítores y
aclamaciones a los héroes que vuelven, aunque no victoriosos. En la Tierra, los
pobres del Imperio han cargado sobre sus hombros el peso de la guerra y odian a
los soldados que tras tanto guerrear no lograron la victoria... Se respira
resentimiento en las atestadas ciudades imperiales al paso pesado de los
Halcones. Entonces, la noticia: los Halcones serán siempre Halcones. La promesa
de regresarlos a sus simples cuerpos humanos no podrá ser cumplida. Tres
palabras y una explicación: no es rentable. Ahora hay paz... ¿A qué tanto
guerrear y guerrear? Ya los héroes no son necesarios; ahora estorban. Molestan.
Son un fardo, una carga. Pero el Senado encuentra una aplicación para todo, una
forma de aprovechar a los viejos soldados: Se han abierto con la paz rutas
espaciales entre el Imperio y Hurca y se necesitan controles para las
estaciones intermedias. Los Halcones son baratos y están desocupados... ¿por
qué no usarlos? De paso, una forma de librarse del peligro de tantos ociosos
súper hombres mecánicos. Matar dos pájaros de un tiro. Dicho y hecho.
AHORA...
Tantos años en la estación de Urano,
enterrado en la monotonía de la soledad apenas quebrada por una ocasional nave
hurca, o del Imperio, o de la Federación, que no participó en la guerra pero
que aprovecha las ventajas del comercio de la paz.
ABANDONO. OLVIDO.
No hay valor para rebelarse contra el
Senado, para protestar la injusticia a fuerza de armas. Aún las tienes, pero...
no se rompe en un instante toda una vida de fidelidad al Imperio. Hay
demasiadas barreras psíquicas. Imposibles. Pero el resentimiento colma tu
cuerpo...
AH, SI HUBIERA GUERRA OTRA VEZ. DE NUEVO SER
UN HÉROE...
Algo cortando tus laberínticas
recuerdo-reflexiones. Una nave se acerca. Es Hurca...
Incansable vagabundo del espacio, errante
guerrero huyendo de la desintegración. Destino cruel para un soldado tener que
escapar de sus antiguos compañeros. Los que recorrieron junto a ti un día el
Cosmos, ahora son cazadores, perseguidores implacables. Has visto desintegrarse
a muchos y eres de los últimos, devorando años-luz en eterno vagar de bestia
perseguida que niega obstinada su muerte. Odio en el metal luchador de tu
cuerpo, odio en cerebro viviente encajonado entre dispositivos para destruir y
no ser destruido. Odio a los mal agradecidos que quieren aniquilarte ahora que
ya no les sirves de nada, ahora que ya no hay terrícolas que aniquilar. Muerte
al que mató.
Fuiste un héroe. Separado de tu cuerpo, la
negación mecánica de todos los placeres corporales implicó el opio de la
gloria. Sin poder gustar el amor, la comida, el descanso, gustaste gloria. Y
eras feliz. Contabas con que el respeto acumulado como robot de combate duraría
incluso después del regreso a tu cuerpo original. Por eso peleaste por tus
jefes, por eso arriesgaste mil veces tu cuerpo de metal y tu cerebro viviente.
Batallas despiadadas en la negrura
interminable, matar y no morir, guerra, disparos, el cuerpo artificial
obediente a tus pensamientos. Encuentros con los Halcones, los terrícolas
enemigos, los cuerpos armados, los giros y el cruzarse asesino de los haces
partículas. Buenos guerreros los Halcones, hay que reconocerlo. A pesar del
odio que te inculcaron los jefes, admiración hacia los adversarios que también
luchan hasta morir, que también tienen tu valor. Sin embargo, disparas contra ellos.
Ordenes son órdenes.
La paz, ya no eres útil; eres un proscripto,
una amenaza, un peligro. Todo hurco debe aniquilarte, es un deber cívico
destruir a los antiguos soldados, a las naves cerebradas. Algunas constituyen
una patrulla para perseguir a todas las otras, para cazar camaradas, huida
interminable.
Tanto tiempo peleando en vano, tanto
sacrificio inútil, tanta saña superflua contra los Halcones que nunca fueron
tus enemigos reales. Sólo ahora comprendes: ellos cumplían órdenes, como tú. ¿Y
al final?
LOS JEFES SE ARREGLAN. LOS SOLDADOS QUEDAN
EN EL CAMPO.
Cierto. Una guerra estúpida, estúpido tú al
participar en ella, estúpido al aceptar el traslado de tu cerebro a un
sarcófago que pelea. La huida es el precio ¿pero hasta cuándo? Al final del
sendero está la muerte, la desintegración definitiva. Un hito en el camino. Una
estación de la ruta entre Hurca y la Tierra. Y una Sensación conocida y casi
olvidada: un Halcón.
Dos enemigos que se encuentran ya sin
odiarse. Dos historias tan parecidas que causa asombro. Dos odios, dos
resentimientos, dos desesperaciones. Dos lenguajes, pero una idea común. Los
últimos... los últimos. Y entre los lamentos se va abriendo paso una idea loca,
desesperada...
TAMBIEN LOS SOLDADOS PUEDEN ARREGLARSE. ¿POR
QUÉ NO?
¡Halcones terrícolas están atacando Hurca!
¡Alarma general!
¡Naves de combate Hurcas atacan la Tierra!
¡Alarma general!
–Halcón 98 a Halcón 2. Las naves hurcas
cumplieron su parte del convenio. La guerra ha comenzado de nuevo. El Imperio
vuelve a llamarnos. Será como antes, o mejor. Cambio y fuera...
AHORA LA GUERRA NO TERMINARÁ NUNCA PORQUE LA
GUERRA ES NUESTRA. DE NUEVO NOSOTROS SOMOS LA GUERRA. PARA SIEMPRE.
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