Como siempre, tenía problemas económicos. En realidad
no eran graves, pero sí necesitaba lo suficiente para comprar un poco de mota.
Aunque había estado escribiendo bastante no servía de
nada, mis cuentos eran rechazados por las editoriales, los consideraban sucios.
Pero
mi vida era sucia, no por falta de baño, sino por embriagarme dos veces por
semana y hablar con todos.
Por
ejemplo, el Jimmy de vez en cuando se chemeaba, me decía:
-No,
me cae, el resistol 5000 es a toda madre.
Y por
esto lo habían metido a la cárcel más de dos veces, lo madreaban y lo rapaban,
pero él no renunciaba al viaje.
-La
realidad es el mal viaje- me decía.
Una época, harto del chemo y prefirió apegarse más al
alcohol. Para eso yo era un maestro.
Me lo
llevé al “Muralto”, que está en la torre Latinoamericana. La suerte estaba de
mi lado, pues Jimmy tenía dinero.
-“La
propiedad privada es un robo”- Farfullaba.
A la tercera sangría con vodka que bebí miré el
paisaje urbano. Mucho smog, demasiado smog, esto le daba un matiz interesante;
los colores habían desaparecido.
-Mira,
Jimmy, mira el mundo en blanco y negro de Arturo de Córdoba. Piensa en los
carros de los cincuentas, piensa que si la cosa estaba igual de mal, por lo
menos éramos niños, y no te dabas cuenta de la crisis.
-Sí,
cómo no- dijo Jimmy acariciando con firmeza su cara morena, y añadió- tú tenías
lana para tragar, así sí, son bonitas esas épocas, además qué dices si nosotros
nacimos en el cincuenta y siete.
-Sí,
pero nuestros jefes nos hablaban de los cincuentas, o por lo menos ahí existe
una parte de mí, que miró a través de sus ojos.
-Que
melodramático- me dijo.
-No,
si la identificación con los padres es cabrona -le dije sin refunfuñar.
Un
tipo leía un periódico en otra mesa.
-¿A
poco no te gustaban las navidades?
-No,
pues sí, yo también creía en Santa Claus.
-Oye
Jimmy, sé mi Santa Claus préstame veinte pesos para un churrito de mota.
-Bueno,
cabrón, estás chupando gratis y todavía quieres para la yerba. ¡Carajo! Estas
como los cochinos de Amozoc, tienes la mazorca en el hocico y todavía estás
chillando.
-Orale,
Jimmy, yo luego te disparo una lata de resistol.
-¿Qué? ¿Ya vas a trabajar?
-Yo
trabajo, Jimmy, escribir es trabajar.
-¿Y
por qué no publicas?
-Ya
lo voy a hacer, pero de eso no voy a vivir. Ademas, ¿Qué escribo? Borges dice
que ya esta todo escrito. Nuestra época es diferente Jimmy. Mira, tiembla, hasta de ocho grados en la escala de
Richter. Dos guerras mundiales en menos de un siglo. Humo. Y aparte, en mi
caso: el hastío, las flores del mal, tú sabes. Soy poeta, Jimmy, Platón corrió
a los flautistas y a los poetas de su ciudad, entiendes Jimmy, yo no estoy en
este mundo.
-Cálmate
payaso, más bien ya estás pedo.
-Por
eso soy poeta Jimmy, en el momento climático de la droga somos poetas- llamé al
mesero.
-Sírvame
otro ron añejo con coca.
Jimmy
pidió otro brandy.
Volví
a mirar por la ventana, había olvidado que estaba en un cuadragésimo piso. En
cualquier momento podría venir la orden, pero no, no estaba loco, pero sí más
borracho.
Jimmy tambien lo estaba, se puso una
malla en la cabeza para detenerse el cabello.
-Es
que así lo usan los cholos -me dijo serio.
-¿Y
quienes son los cholos?
-Pues
unos que usan estas redes en Texas.
Perfecto.
Jimmy ya había encontrado su identidad, pero faltaba la mía. Por momentos me
creí revolucionario, pero me di cuenta que ya era muy tarde para creer. Los
seres me habían dañado mucho. No identificaba muy bien cómo. Pero deducía que
habían planeado todo mal, para los poetas.
Me sentía como una verruga en medio de un rostro
hermoso.
-Estoy
harto, Jimmy. El mundo va a explotar y nosotros aquí bebiendo.
-Calma-
me dijo-. Mira esos dos pechos de la chava que tienes junto.
Voltee
a verla, traía una blusa de encaje medio transparente, con todo y la poca luz
alcance a mirar la carne.
-¿Qué
tal? ¿Ya volviste a creer en la vida?
-Mira,
Jimmy, las mujeres son unos monstruos, por ejemplo, esa tipa tiene unos
veintinueve años de edad, lo único que puede querer es un hijo. Todas son
iguales.
-¿Eso escribes?
-Sí, y un cuento mío cayó en manos de
una feminista.
-¿Y qué pasó?
-En una fiesta me dio un madrazo en
los huevos, estaba bien peda.
-Bueno, ¿Venimos a ver el panorama
nada más?
-Déjame escribir, Jimmy- le pedí al
mesero una servilleta.
-Entonces yo voy al ataque -me dijo
con sus ojos -fieros- de ciudad.
No le
hice más caso, empecé a garabatear algo, palabras y dibujitos.
Entré
a un excelente estado. Amaba el alcohol.
Aunque
tenía problemas hepáticos y hace poco delirium tremens me sentí en el estado
perfecto.
Terminé
un poema y me paré a ver a Jimmy, estaba bebiendo en la otra mesa.
-Buenas noches.
-Hola- me contestaron- siéntate.
Estaban
muy coquetas. Eso me olió raro. Quizá andaban tras la lana de Jimmy.
-¿Son de por aquí?- les pregunté.
-No, somos de Mexicali- contestó una
de gran escote.
Con la poca luz no alcanzaba a mirarla
bien, aunque no tenía malas tetas.
En menos de lo que pensé, el Jimmy ya
estaba besándose con una, casi le sacaba la chichi. A mi me dio risa.
Como no quería quedar atrás intenté
hacerle plática a la otra.
-Ya los viste, ¿No te da envidia?
-Ay, pues sí. ¿Me enciendes un
cigarrillo?
Al momento de prenderlo la primera
llama alumbró una cara llena de agujeros, estaba cacariza y tenía tanto
maquillaje que parecía tirol planchado. Me dio asco.
-¿A qué te dedicas?- me preguntó.
-Escribo.
-¿Vives de eso?
-No, escribo mal. Mis jefes me pasan
una lana.
-¿No te da vergüenza? Tan grandote y
viviendo con tus padres.
-No, no me da vergüenza, son otra
especie de patrones.
-¿Entonces eres un junior?
-Sí, creo que así nos dicen. ¿Es
malo?
-Pues sí, trabaja como un hombre, como
obrero, que sientas que produces.
-Escribo.
-Sí, pero, ¿A quién le sirve?
-A mí- le dije.
Me
estaba aburriendo. Esos resentimientos clase medieros me daban hueva. Intenté
besarla.
-No tan rápido- me dijo.
¡Chale!
Aparte de fea, me sale con aires de señorita.
Sentí
que mi pensamiento era odioso. Y en
realidad lo era.
-Soy odioso- le dije.
-¿Por qué?
-Ya no respeto a nadie.
Se acercó a la mesa un gringo. Era un
tejano, ellas ya lo conocían.
Era un tipo alto, con botas y
sombrero; caminaba apretando el suelo con dureza, se sentía muy macho. Constantemente
se tocaba los bigotes, eran su orgullo. Pobre pendejo, pensé.
-Dice George que nos invita a su
departamento ¿Vamos?
De seguro habría alcohol, yo luego
luego me apunté y el Jimmy ya estaba muy caliente.
Era en Polanco, no tenía muebles, solo
un montón de cojines, en realidad no era de George, se lo habían prestado.
-Esta muy bonito tu departamento -dijo la que
iba con Jimmy.
Yo no le hacía mucho caso a la vieja
que me tocaba, estaba muy entretenido con la botella.
Aunque
desde que llegamos al elevador noté algo raro, estaba demasiado maquillada,
como queriendo ocultar algo, además los senos eran demasiados redondos, como
dos pelotas de billar forradas de carne. Deduje que era travesti.
Yo me encargué de servir las cubas.
Jimmy estaba en el sillón fajando,
pusieron música disco y el gringo y la “loca” comenzaron a bailar.
Ella comenzó a hacer strip-tease, se
desnudó poco a poco hasta dejarse un calzoncito con un bulto aplastado.
El tejano le quitó la peluca, aventó
el sombrero y se la puso, bailaba desquiciadamente.
-¿No quieres coca?- me preguntó
Jimmy-. Andale, para que te pongas speed.
-¿Para qué? Me ha salido muy caro el
pedo como para bajármelo.
Para entonces el tejano ya se había
quitado la camisa y se había puesto el brassier de la tipa. Gritaba
estupideces:
-¡Soy una mujer!
Traía unos pantalones de mezclilla muy
apretados, y se le notaba el bulto del pene peor que a un torero. En eso se
acercó a Jimmy y el tejano le quiso agarrar el pito.
-Orale wey- dijo Jimmy.
-¡Hazme tuyo!- gritó el tejano con un
acento que molestaba. Se comenzó a quitar los pantalones, como no se había
sacado las botas se cayó al suelo y se pegó en la cabeza con un mueble.
-Soy una mujer, díganme que soy
bonita-decía en el suelo.
Una de las tipas para calmarlo le
empezó a decir:
-You are Beautiful. Baby, oh my little baby.
El tipo se
había descalabrado y sangraba bastante, comenzó a untarse de sangre la cara y
lloraba como una niña.
Jimmy me dijo:
-¿Qué hacemos?
No sé Jimmy, préstame veinte pesos
para un toque de marihuana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.